Quien ataca es movido por el miedo

Quien ataca con la intención de herir a su hermano es movido por el miedo y por la idea absurda de que mediante el ataque puede cambiar ese miedo por libertad. Pero eso es un sin sentido, pues es el miedo el que nos impele a atacar, luego ese ataque fortalece el miedo en nosotros. El miedo no es algo que esté a un lado u otro, está en la persona que lo siente, y mientras no sepa que no forma parte de su naturaleza, no lo reconocerá como algo ajeno que lo somete y le priva del goce de su propia identidad. La supuesta sensación de triunfo que sienten algunos tras atacar no es más que una pequeña caricia que les da el miedo, que es el que sale fortalecido y celebra su victoria. Es un triunfo del miedo, que es el que nos mueve al ataque; si no existiera ese miedo, nunca percibiríamos ninguna supuesta provocación que nos justificara atacar, pues siempre contemplaríamos la Divinidad en nuestros semejantes, y, en cualquier caso, su demanda de amor al olvidar la plena abundancia de él.

Jesús María Bustelo Acevedo

Juzgar es la resaca del pasado

Juzgar es el resultado de identificarnos con el pasado; sin ese pasado sería imposible que concibiéramos emitir juicios. Pensamos que esa información del pasado es la que da razón, sentido y orden a nuestras vidas, cuando en realidad es el ego quien la ha puesto en ese lugar de privilegio con el fin de eclipsar nuestra naturaleza amorosa e inocente que siempre habita en el eterno presente de la vida. Nuestras vidas están en el presente, donde jamás tiene presencia ningún elemento del pasado que, al captar el foco de nuestra atención, nos priva del goce  ese presente.

Jesús María Bustelo Acevedo

La muerte es el pensamiento de creerte separado de Dios

La muerte es un pensamiento de separación de esa Divinidad que nos concede la vida eterna, compartiendo su vida con nosotros, que nos hizo creadores en y para la Eternidad, a su imagen y semejanza. La muerte es el loco pensamiento de creer que puedes separarte de tu auténtica naturaleza.

Jesús María Bustelo Acevedo

Somos almas que habitan en la Eternidad

El Espíritu Santo convierte el tiempo en un amigo, indispensable para nuestro aprendizaje. Un aprendizaje que no es más que reconocer en conciencia aquello que siempre somos y serlo en su plenitud ilimitada. El paso del tiempo no nos debe causar ninguna preocupación; el objetivo de nuestro aprendizaje está garantizado. El tiempo no nos hace envejecer: envejece lo que no somos y está a nuestro servicio circunstancialmente. Lo que nace muere, pero nosotros somos almas que habitan en la Eternidad.

Jesús María Bustelo Acevedo

La falsedad de la muerte

La falsedad de la muerte está en su propio concepto: si todo muere, ¿cómo es que la muerte no puede hacerlo? La única ley de la muerte: todo muere, la condena a ella misma; más que condenarla, evidencia que no existe. Por lo tanto, aceptar la ley de la muerte conlleva inevitablemente a vivir en la locura de ser menos que la muerte (menos que lo muerto, es decir: que la vida que somos es menos que lo muerto que no somos estando vivos)... Odio, envidia, depresión, ansiedad, miedo... Todo ello es la expresión de esa locura que produce la fe en la muerte... Claro que si la muerte no muere, será porque no vive, y si no vive no puede matar a nadie. Es curioso que aquel que se somete a esa ley de la muerte imagine que Dios ha muerto como consecuencia de dicha ley, pero no quiere imaginar esa ley de la muerte aplicada a la propia muerte. Si Dios muere y la muerte no, entonces para esa persona la muerte se convierte en dios. No es que sea ateo, es que su dios se llama muerte. Un nuevo dios falso, tan falso como los dioses que pueden morir o cuya evocación impele a los hombres a querer privar de la vida a sus semejantes (como cuadra con un dios-muerte), esa vida que ni empieza ni termina porque su realidad no se expresa en el tiempo. La muerte es muerte, no puede por lo tanto ser vida; sólo en la locura de la fe en el dios de la muerte se le otorga vida a la muerte: otorgar vida a la muerte es privarla de su "naturaleza", por lo tanto el "devoto" de este dios lo traiciona cada vez que lo venera. Hasta la razón más convencional nos lleva a la conclusión de que la vida siempre es vida y la muerte siempre es muerte (es decir, no existe). Pero no es la lógica mundana la que nos da la certeza de nuestra eternidad, sino el amor verdadero que hay en nuestro corazón, allí donde Dios puso el Reino de los Cielos, allí donde no enfocan nuestros sentidos pero sí reside nuestra Voluntad.

Jesús María Bustelo Acevedo

No podemos separarnos de Dios

No podemos separarnos de Dios, puesto que nuestra vida es la expresión de su propia vida, la vida que Él comparte con nosotros al crearnos. Esto no significa que seamos Dios: también nosotros tenemos hijos e hijas y ellos no son sus padres. La relación filial no puede intercambiarse en sus papeles, el hijo no puede crear al Padre.

Jesús María Bustelo Acevedo

Un camino de alegría

Tanto tiempo entre las tinieblas del ego hace que la luz nos deslumbre, y a veces confundamos las fantasías del mundo falso adornadas con apariencia de verdad con la propia verdad; por eso podemos necesitar de una ayuda de aquello que está en la verdad, el Espíritu Santo, y de aquellos hermanos que amorosamente comparten su luz. El camino hacia la verdad de nuestro Ser es un camino de alegría, de dicha, de júbilo; sentir esa felicidad, nos asegura que transitamos por la senda adecuada, y es, además, esa felicidad, una mensaje amoroso para todos nuestros hermanos y una invitación a unírsenos en ese camino de alegría que no tiene otro destino que el Amor que verdaderamente son.

Jesús María Bustelo Acevedo

Vivir en el mundo

Aunque nuestra alma no sea de este mundo, todo su amor, toda su belleza, todas su bondad y toda su creatividad pueden ser expresadas en él. Y si es así como nuestras alma se manifiesta en el mundo, entonces será como una luz que en nuestros semejantes haga reconocer su propia luz, la luz de todo su amor, de toda su belleza y de toda su bondad, y disfrutando de ese tesoro verán que nada valen esos falsos caminos de sacrificio y privación.

Jesús María Bustelo Acevedo

Compartir es tener

Somos mensajeros de Dios porque hemos sido receptores gozosos de su mensaje, un mensaje de Amor y Paz cuya única naturaleza propia es la de ser compartido. Así es Dios: todo lo que crea es Voluntad de compartir Su Amor. Por eso, el valor de ese mensaje divino de Amor y Paz está en poder ser compartido; lo contrario supone no recibir ese mensaje. Lo que compartimos es que lo hemos recibido, y al compartirlo es nuestro para siempre. Pues nuestra vida de verdad es todo Amor y el Amor sólo concibe ofrendarse, esa es la expresión de su naturaleza.

Jesús María Bustelo Acevedo

Fe en el pecado

Quien cree en el pecado, no cree en la justicia del Espíritu Santo, porque el Espíritu Santo sólo entiende de Amor y el pecado es la ignorancia de ese Amor. Conocimiento e ignorancia no pueden coexistir en una misma realidad, y al igual que el pecado es ignorancia, el Espíritu Santo es conocimiento.

Quien cree en el pecado, se hace esclavo del pecado, porque piensa que para que sus pecados sean perdonados deben ser de verdad; pero si sus pecados son de verdad, ¿cómo van a ser perdonados, si lo que es de verdad siempre es de verdad? Por eso no cree en la justicia de Dios, en la cual todos somos iguales y dignos de su Amor eternamente.

Jesús María Bustelo Acevedo

La Eternidad es Mansedumbre

La Eternidad es Mansedumbre, por lo que el conflicto y la turbación nos alejan de ese verdad eterna en la que nos comunicamos con Dios. Gracias al perdón de cuanto no es propio de nuestra naturaleza, regresamos al hogar de nuestro Padre, al Reino del Amor para el que somos creados en la Eternidad.

Jesús María Bustelo Acevedo

Gratitud

La Gratitud a Dios nos llena de la Gracia, de la Alegría, de la Dicha, en la que Su Voluntad fuimos creados para el Reino del Amor, de la Luz y de la Verdad. La Gratitud emana espontáneamente en todo el que se reconoce en su condición amorosa.

Jesús Maria Bustelo Acevedo

Somos Amor

El miedo es la ignorancia del Amor.

Jesús María Bustelo Acevedo

El cuerpo es un medio de comunicación

Nuestra confianza en los sentidos en realidad no es más que el deseo de querer ocultar nuestro conocimiento de que no nos informan del mundo tal como verdaderamente es. Damos plena certeza a los sentidos y de este modo anulamos la duda. Pero nuestros sentidos van hacia afuera, su enfoque es hacia el exterior, no están enfocados en nuestro ser. Esta disposición de los sentidos hacia el exterior ya nos está informando de que son herramientas de comunicación, desde nuestro ser hacia nuestros semejantes. Es decir, ya que están enfocados hacia el exterior, debemos interpretarlos como herramientas para ofrendar, y no para la comprensión de nuestro verdadero ser, no para hacer ningún juicio de nuestra naturaleza. Tal como el mecánico no pide explicaciones a sus herramientas ni de su trabajo ni del que lo trabaja, del mismo modo no podemos pedírselas al cuerpo y a todos sus sentidos y demás artilugios, que conjuntamente son nuestro medio de comunicación. Identificarnos con ellos supone percibirnos con sus carencias y en su caducidad; usarlos como herramientas de comunicación nos hace atender a nuestro ser real y buscar allí la comprensión de los valores que definen nuestra naturaleza.

Jesús María Bustelo Acevedo

Nada ajeno a nuestras almas es real

Nada ajeno a nuestras almas tiene potestad sobre ellas. Nada ajeno a nuestras almas puede interferir en nuestra libertad ni determinar cómo ejercemos nuestro infinito poder. Nada ajeno a nuestras almas puede tener acceso al Reino de los Cielos que en ellas se encuentra en toda su plenitud infinita. ¿Y qué podría existir, ajeno a nuestras almas, que no fueran los desvaríos de una mente que no se reconoce en el Amor de Dios? ¿Qué son nuestras almas y qué es la vida de verdad sino ese Amor de Dios expandiéndose hasta el Infinito?

Jesús María Bustelo Acevedo

En Dios no hay justicia ni injusticia

La justicia tiene que ver con la culpabilidad. En el Reino de Dios no hay justicia ni injusticia, tal como las entendemos en este mundo de apariencias. En Dios, sólo hay Amor, expresión perenne de inocencia que no concibe nada ajeno a ella porque nada ajeno a ella existe ni puede verdaderamente concebirse. Inocencia no es lo contrario de culpabilidad. La inocencia es la expresión natural de todo lo que verdaderamente existe, de todo lo que Dios crea y sólo tan como Dios lo crea. Los negocios del dar y recibir, en el mundillo de las falsas relaciones, por lo tanto, no forman parte del Reino de Dios. En la conciencia amorosa, dar y recibir significan lo mismo, y las cosas que ofrendamos a nuestros semejantes son sólo símbolos de lo que en la verdad espiritual es compartido: si nos identificamos con esas cosas, suponemos pérdida en nosotros (no perdemos nada, pero sentimos perder algo porque nuestro enfoque está en el mundo de apariencias que rinde culto a la escasez y a la permanente confrontación por pseudo bienes materiales por los que egoístamente se combate, y no en la Eternidad a la que pertenece todo lo que verdaderamente somos); si nos identificamos con la verdad de nuestro ser, esa aparente pérdida simboliza la ofrenda de nuestro amor y nuestro enriquecimiento al llevar a cabo nuestro función de ofrendar amor ("renovarse o morir", dice el refrán: amor que no es compartido, en la absurda idea de que el amor pudiera no ser compartido, desemboca en la falsa conciencia de la inevitabilidad de la muerte). Renovarse permanentemente es lo que hace nuestro amor verdadero, por eso cada ofrenda es una bendición para nuestras almas; por eso el que da se siente lleno de gratitud (gratitud: la virtud de la gracia, la Gracia de Dios en la que somos creados para la Eternidad). Negarse a dar, o dar con la mentalidad negociadora del ego, representan morir. Amor (a-mor, no muerte) es sinónimo de Vida.

Jesús María Bustelo Acevedo

Dios es Amor

Dios es Amor, siempre Amor y sólo Amor, por lo que nuestra única relación verdadera con la Fuente Divina sólo puede ser una relación de Amor. ¿Cómo podríamos imaginar otra relación que no estuviera basada en la pureza, en la inocencia y en la verdad de Aquel que por su voluntad compartió amorosamente el bien de la vida con nosotros? Somos almas, almas eternas, los hijos de la luz y del amor, y sólo en la verdad de nuestras almas podemos reconocer a Dios.

Dios es mi Padre y Su Hijo lo ama. Amar a Dios con toda nuestra alma es ver, sentir y abrazar en ellas la verdad de nuestra vida, nuestra vida de verdad. Porque ¿qué es nuestra vida sino la expresión de todo el Amor con el que Dios las hizo? ¿Y quién podría ser digno de ese Amor sino Aquel que lo compartió con nosotros al crearnos, así como nuestros semejantes en quienes contemplamos Su Divinidad?

Jesús María Bustelo Acevedo

Dios nos reconoce y nos ama eternamente

Dios no se equivoca y reconoce y ama a su hijo, por eso dejó en su alma todo el Reino de los Cielos, y es allí donde está nuestra única verdad, y nuestra única vida, y sólo el camino que a ella nos conduce es un camino de santidad. Contempla siempre la divinidad de todos tus hermanos, en el alma de quien te acompañe, y sentirás el Amor, la Belleza y la Libertad que tan sólo en Dios se puede concebir, que tan sólo en la verdad de tu alma puedes encontrar. Dios no puede olvidarnos, porque somos su obra amorosa y en nuestra verdadera identidad sentimos eternamente la bendición de su Amor.

Jesús María Bustelo Acevedo

La santa unión

Cuando vemos a nuestros hermanos en su eterna divinidad, les ofrendamos todo nuestro amor: eso evidencia que los tenemos en gran estima. El ego los quiere para sí mismo, cual si fuera una posesión, lo que demuestra que los desprecia. Una santa unión, basada en el amor, es una alabanza a Dios, y es un emprender juntos nuestro retorno al hogar, el Reino de los Cielos, la República del Infinito para el que somos creados en la Eternidad.

Jesús María Bustelo Acevedo

Sentir

Si nos sentimos separados de Dios, es que no estamos sintiendo desde la verdad de nuestro ser, es que no estamos sintiendo de verdad. Sólo en Dios, en el Reino de los Cielos que está en nosotros, donde el Amor de Dios nos acompaña eternamente, lo conocemos a Él y comprendemos nuestra naturaleza. Sólo en Dios abrazamos la verdad de nuestras vidas y el alma de todas nuestras creaciones. Nada verdadero puede concebirse fuera de Dios, porque sólo Dios es la Verdad. Allá donde Dios no es la verdad, cualquier mentira puede serlo, pero nada que sea mentira vive de verdad. Si vivimos de verdad, sólo en la verdad puede expresarse nuestra vida.

Jesús María Bustelo Acevedo

Mi corazón es infinito en la verdad de Dios

Dios está conmigo eternamente, y sólo en esta verdad puedo encontrar una dicha verdadera. Su Reino es el Reino de los Cielos, ¿y dónde se encuentra ese Reino sino en mi propio corazón? Porque mi corazón es infinito cuando conozco la verdad de Dios, mi única verdad.

Jesús María Bustelo Acevedo

Los ojos del alma

Al ver la belleza de nuestro ser, los ojos del alma sólo pueden ver belleza en derredor. Esa es la visión verdadera, la mirada que nos muestra al mundo tal como es; así es como el Amor ve al mundo, así es como se extiende hasta el Infinito.

Jesús María Bustelo Acevedo

La verdad de la verdad

Dios está conmigo eternamente, porque Él es la verdad, al igual que yo. Sólo quien se cree ajeno a la verdad (es decir, quien se percibe como una falsedad que desemboca en la muerte) se pregunta (como Pilatos) ¿qué es la verdad? La verdad es el camino y la vida de aquel que nos redime de un falso mundo del que no formamos parte. Quien ignora la verdad, la busca, y en su búsqueda siempre acaba por fabricarse un sucedáneo, su propia "verdad" improvisada, que circunstancialmente volverá a matizar, reformar o negar en su momento... Pues si no ha buscado en su alma, que es la verdad, entonces la "verdad" que ha erigido no es más que una negación de la verdad, es decir, una mentira. Y viviendo conforme a esa mentira, jamás encontrará algo que sea de verdad, mientras no renuncie a ella y reconozca la verdad de su ser.

Jesús María Bustelo Acevedo

Verdadera seguridad

Sólo en la luz del amor que desprende nuestro verdadero ser hallamos seguridad. El ego nos ofrece una falsa seguridad, que consiste en protegernos rodeados de tinieblas, como si fuéramos delincuentes que va a hacer algo malo. Pero aquel que se protege con las tinieblas tiene miedo de todo; por ello esa necesidad permanente de engañar, de ocultar, de mentir, que se tiene cuando se está aferrado al ego. Si te proteges con las tinieblas, al final te percibes a ti mismo como un ser tenebroso y es así como percibes a tus semejantes. La luz del amor deshace esas tinieblas; la luz del amor es la verdad de nuestra vida, el goce de nuestra plena libertad, nuestra alegría espontánea y nuestra condición amorosa; así es nuestra naturaleza real y así fuimos creados por Dios, con esa luz y en esa luz que nos da seguridad infinita.

Jesús María Bustelo Acevedo

Conocimiento es Amor

Fe es Sabiduría; Conocimiento es Amor. Sin embargo, cuando no vivimos conforme al conocimiento propio de nuestra naturaleza, el ego intenta convencernos de que toda la realidad supuestamente lejana y oculta del conocimiento es aterradora, así nos mantiene alejados de él y sigue suplantándonos en esa falsa vida ajena al conocimiento. Por otra parte, si no conocemos el valor de lo que percibimos como oculto, no podemos etiquetarlo como tenebroso. Lo que está oculto no puede ser amado y lo que no es amado es percibido como algo a lo cual se teme. En ese conocimiento es donde está la Fuente de nuestro Amor. Por lo tanto, mientras no llevemos esa luz a nuestra conciencia, no se deshará el mundo conflictivo fabricado por el ego. La luz deshace las tinieblas, y la confrontación, la culpa y el culto a la escasez (mendicidad) forman parte de las tinieblas. Entiéndase que mendicidad no es ausencia de bienes materiales, sino una manera de ser impropia de nuestra naturaleza amorosa y abundante.

Jesús María Bustelo Acevedo

El conocimiento nunca es temible

El conocimiento nunca es temible. Porque el temor forma parte del mundo falso del ego, y el conocimiento, del reino amoroso de Dios.

Jesús María Bustelo Acevedo

Nuestro Gran Consejero

El Espíritu Santo es nuestro Gran Consejero, aquel que sabe todo aquello que nosotros aún ignoramos. Por eso la fe y confianza en él produce mejores resultados que la fe en nuestra propia ignorancia. No pasa nada con ser ignorante: el hombre más sabio es el que reconoce su ignorancia. Cuando reconocemos nuestra ignorancia expresamos la voluntad de ser la verdad que somos. La verdad que somos, el Conocimiento, no es algo que se aprenda, es algo que se es.

Todo lo que se produzca en lo referente a nuestras relaciones de la vida cotidiana, es el Espíritu Santo quien se encarga de resolverlo en favor del bien, es decir, en favor del aprendizaje de toda la fraternidad humana. Por lo tanto, nuestro único aporte en este sentido es nuestra plena confianza en la labor del Espíritu Santo. No queramos hacer su trabajo: el Espíritu Santo sabe como transformar cualquier pequeña rencilla en una enseñanza de amor para todos.

Jesús María Bustelo Acevedo

Nuestra única elección verdadera

La vida cotidiana nos da la impresión de tener que estar eligiendo permanentemente. Pero nuestra única elección verdadera (conforme con la verdad) es la de la Eternidad a la cual pertenecen nuestras almas. Aquello que deja de existir, no ha existido nunca, no es vida de por sí, sólo un elemento aparente animado por ella, y su único valor es el de ser herramienta para nuestro aprendizaje. Nosotros le damos ese valor cuando sabemos que no tiene otro.

Jesús María Bustelo Acevedo


La verdad es única, armónica y sin límites

En nuestro verdadero hogar no existen esas jerarquías y gradaciones con las que pretendemos desmenuzar el mundo que percibimos y segregarlo en fragmentos confrontados. La verdad es única, armónica y sin límites; sólo se comprende desde ella misma, sin que desde ella misma se conciba nada ajeno a sí.

Jesús María Bustelo Acevedo

No hay poder real en un falso mundo

Un poder real no nos vale en un mundo que es falso, y un mundo que es falso no nos vale para reconocer ese poder que es real.

Jesús María Bustelo Acevedo

El poder redople

Somos tan poderosos que nos podemos convencer a nosotros mismos de que lo falso es real y vivir en ello sin que nos asalte ninguna duda.

Jesús María Bustelo Acevedo

La empatía

La verdadera empatía es aquella que nos une en nuestra fortaleza, que reconoce la comunión, la común unión, de nuestras almas, y el amor que compartimos eternamente. La empatía es como el empate, y el empate es la igualdad; no tenemos que competir para que uno gane y el otro pierda porque nuestra victoria es común; somos del mismo equipo, de la misma filiación, el mismo amor nos une, no hay rival contra el que confrontarnos; cuando somos amor, somos plenitud, y en la perfección del Reino de los Cielos para el que somos creados no se concibe la idea de superarse, sólo expandirse.

Jesús María Bustelo Acevedo

El Nacimiento de Cristo

En ese Reino de los Cielos que está en nuestros corazones hay una estrella que nos anuncia el Nacimiento de Cristo, aquel que nos redime de ese falso mundo de pecados, de ese "eterno" retorno a un mundo aparente de efectos considerado como causa de nuestra propia identidad, percibida y valorada entonces como algo tan falso, tan relativo y tan caduco como esa diminuta realidad de carencia y separación de la que nos informan nuestros sentidos condicionados. Tan sólo el Nacimiento de Cristo en nuestras almas constituye nuestras Salvación. ¿En qué otro lugar podría nacer Cristo sino en ese templo divino en el que Dios puso el Reino de los Cielos, en nuestras almas? El mensaje de Cristo es que aquello que se sacrifica no tiene ningún valor, porque pertenece al falso mundo del cuerpo, cuya única función es servirnos de herramienta en el tránsito por esta realidad aparente que llamamos mundo. Porque la Vida es el Amor en el que somos creados para la Eternidad gracias al compartimiento que Dios hace de su Naturaleza.

Jesús María Bustelo Acevedo

La falsedad del sacrificio

Uno de los engaños del ego es el sacrificio, que no es más que culpabilidad en nosotros o proyectada en nuestros hermanos. La idea de sacrificio es consecuencia de la negación del amor infinito que somos, un amor de naturaleza feliz, eterna y oferente. Al negar este amor verdadero, nos inventamos uno falso que no es más que sufrimiento disfrazado, un sufrimiento que queremos hacer pagar a nuestros semejantes o por el que nos sentimos en deuda con ellos. Dolor, deuda, pago, compromiso, obligación... Esas son las expresiones de un mundo falso sin amor, donde en su lugar lo que impera es el negocio y el resentimiento, hasta el punto de improvisar efímeras sensaciones placenteras conformes con su idea de separación y ataque.

Jesús María Bustelo Acevedo

Dios es Libertad

Dios es Libertad: vivir en su Reino es gozar de nuestra condición amorosa, de nuestro poder infinito y de nuestra naturaleza benévola. Pero el ego, que es servidumbre en cuanto que es la negación de nuestro ser real, pretende convencernos de que la libertad está en su pequeño mundo de carencia y confrontación, y que la esclavitud es el Reino de Dios, donde todo está programado con una meticulosa y perfecta precisión. Cuando en los instantes en los que nos identificarmos con nuestra naturaleza amorosa y libre sentimos que no es así, el ego hará una nueva propuesta: el Reino de Dios es como una gran "Nadidad", donde te unes, te fundes, te disipas y ya no eres nada de nada... En cualquier caso, el despliegue de su inventiva (efímera) no tiene más límite que la Verdad de nuestro Ser (eterna).

Jesús María Bustelo Acevedo

La vida es un regalo

El presente es un encuentro con nosotros mismos, con la verdad de nuestro ser.

Jesús María Bustelo Acevedo

¿Qué es la violencia?

El ego asocia el amor con la debilidad, con la vulnerabilidad, con la inferioridad... No es extraño que haga esto, porque el amor, el amor de verdad, supone la evidencia de que el ego no existe. Lógicamente, al pensar así, considera que el odio es fortaleza y que el ataque es expresión de superioridad. Pero el ataque es consecuencia de sentirse vulnerable ante una aparente amenaza externa, y esta sensación de estar indefenso que mueve al ataque más bien denota sentimiento de inferioridad. La violencia no es más que un intento de disimular ese sentimiento de inferioridad que aquel que ataca siente con respecto al atacado.

Jesús María Bustelo Acevedo

El Inocente Hijo de Dios habita en la Eternidad

El Inocente Hijo de Dios habita en la Eternidad, no puede ser amenazado. Para ser amenazado se precisa morar en la ilusión del tiempo, que es donde el ego despliega su abanico de falsedades. Es en esa inmortalidad del Hijo de Dios donde aguarda nuestro verdadero hogar, el Reino del Amor para el que somos creados eternamente.

Jesús María Bustelo Acevedo

Este es un mundo de símbolos

La crucifixión (+ y ficción, la ficción de que esa cruz de la muerte rige nuestra existencia, en lugar del Dios de Vida que nos crea para la Eternidad) es un símbolo del ego, y la Resurrección, un símbolo de la Eternidad.

Jesús María Bustelo Acevedo

El Sueño de Adán

Adán creyó ser expulsado del Paraíso, pero Jesús nos dijo que el Reino de los Cielos está en nuestros corazones, y el Reino de los Cielos no es otra cosa que esa Eternidad en la que Dios nos crea compartiendo su Naturaleza. La Biblia nos dice que Adán cayó dormido, por lo tanto esa expulsión no fue más que una pesadilla de la cual aún no hemos despertado porque no sabemos que nuestro verdadero ser sigue en ese Paraíso.

Jesús María Bustelo Acevedo

La debilidad del ego se evidencia en el ataque

La necesidad de confrontar inherente al ego define su debilidad. Atacar es reconocer en lo atacado un poder que quien ataca percibe como escaso o ausente en sí mismo. Quien es consciente de la fortaleza infinita de su ser no precisa de ningún ataque ni tampoco puede sentirse atacado en ninguna situación. Vive conforme a esa fortaleza del Amor que es su ser real y simplemente busca lo que le falta. ¿Y qué le falta a quien es todo Amor? Compartirlo.

Jesús María Bustelo Acevedo

La gratitud facilita el goce de la abundancia

El ego quiere que busquemos y que nunca hallemos, porque en ello está su supervivencia. El Espíritu Santo, por el contrario, nos anima a una búsqueda en la que siempre vamos a hallar, porque el objetivo no es otro que el tesoro infinito de nuestros corazones. Ese tesoro infinito que fue voluntad de Dios que disfrutáramos plenamente y es nuestra propia gratitud lo que nos hace gozar de él. La gratitud es el estado de gracia, de alegría, de dicha, en el que Dios nos crea en y para la Eternidad. La gratitud es el sentimiento amoroso más bello que podemos albergar para nuestro Creador.

Jesús María Bustelo Acevedo

El ego no puede amar

El ego nunca puede verse satisfecho en el amor, porque el ego no puede amar, y como es consciente de ello, también percibe a los demás como incapaces de amarle a él.

Jesús María Bustelo Acevedo

El ego funciona sin amor

El ego funciona siempre sin amor, es un artilugio que dispone de su propio carburante, el amor falso, una substancia altamente contaminante hasta el punto de que el propio ego le tiene miedo. No contento con temer al amor verdadero, teme incluso el sucedáneo que de él se inventa. Todo el que vive preso del ego está continuamente buscando amor, ese que no se reconoce en sí mismo. Los deseos del ego van siempre acompañados del oculto deseo de que no sean satisfechos, porque la falsa existencia del ego no es más que una continua búsqueda sin fin. El ego no es más que mendicidad, culto a la carencia, que busca suplir en el mundo que percibe como exterior toda esa pobreza y necesidad que a sí mismo se atribuye. Una vez creado este mecanismo pedigüeño, este saco sin fondo que es el ego, sólo falta adornarlo con conceptos complejos y enrevesados... Schopenhauer, Nietszche, Freud, Darwin y otros muchos pensadores, con su insuperable e irrebatible inventiva, pueden echarnos una mano en este sentido.

Jesús María Bustelo Acevedo

Miedo

Cuando damos crédito al miedo, se lo estamos negando al amor.

Jesús María Bustelo Acevedo

Juzgamos tal como nos juzgamos a nosotros mismos

Cuando juzgamos al prójimo, hacemos previamente el mismo juicio contra nosotros mismos. Cualquier aspecto negativo que hemos percibido y analizado en nuestros hermanos es porque anteriormente nos hemos visto a nosotros con ese aspecto negativo. Nos enfocamos en aquello en lo que hemos decidido enfocarnos. Si cultivamos en nosotros un mundo de amor, de bondad, de ternura, de inocencia, de serenidad, de comprensión, de solidaridad, de alegría... nos vamos a enfocar en todo aquello que guarde relación con esos valores, vamos a abrazar nuestro abanico de percepciones desde esos valores en los que hemos invertido. Y con esos valores vamos a ver a nuestros semejantes cuando ellos mismos los manifiesten y compartan o cuando expresen olvido y petición de ellos. Será una bendición para nosotros poderles ayudar.

Jesús María Bustelo Acevedo

La verdad siempre es

No se precisa hacer nada para tener fe plena en la verdad. Sólo lo que es falso busca justificaciones en argumentos o en acciones de las que depende, y la verdad no puede ser dependiente de ninguna acto o de ninguna argumentación elaborada; solamente las mentiras tienen esa dependencia. Ignoramos la verdad cuando desde el ego pretendemos analizar ese error que hemos percibido. Hay que enfocarse en la verdad, no en el error, que pertenece a un mundo que no es real; la atención que prestemos a cualquier elemento de ese mundo falso es una concesión de poder (concesión de poder que, lógicamente, tiene lugar dentro de la ficción del ego, porque en el mundo falso no se puede ejercer ningún poder, sólo se da una apariencia de él: el poder del mundo falso es siempre el falso poder que le cuadra a su falsedad que toma su carburante de la distorsión del propio Poder de Dios que niega, como un espejo que distorsiona nuestro rostro toma la imagen de nosotros sin serlo).

Jesús María Bustelo Acevedo

Nuestros hermanos son amor, abundancia y felicidad

Nuestros hermanos no pueden ofendernos. Nuestros hermanos no pueden hacernos daño. Nuestros hermanos no pueden privarnos de nada. Ellos son amor, abundancia y felicidad, tal es su verdadero ser y así es como debemos percibirlos. Cuando percibamos algo en nuestros hermanos que no esté conforme con esto, confiemos en el Espíritu Santo para que Él elimine todo aquello que no es real. Nuestra confianza plena en el poder sanador del Espíritu Santo hará que se deshaga cuanto no sea propio de nuestra condición amorosa.

Jesús María Bustelo Acevedo

Dios sólo da

Dios sólo da, nunca quita. Si decimos que somos ofrenda de amor es porque esa es también la naturaleza de nuestro Padre. Podemos pedirle a Dios todo lo que queramos que Dios nos lo dará, pero siempre desde nuestra consciencia de que somos amor, abundancia y felicidad. Dar significa compartir; cuando Dios nos da, Dios comparte con sus hijos, tal como comparte su vida al crearnos para la Eternidad.

Jesús María Bustelo Acevedo

Somos creados en la felicidad

La voluntad de Dios para con nosotros es perfecta felicidad, porque en ella somos creados.

Jesús María Bustelo Acevedo

Para comprender hay que ser como niños

Para conocer es preciso reconocer nuestra ignorancia. En el falso mundo de apariencias no progresamos en el conocimiento porque damos por sentado que las percepciones condicionadas de nuestros sentidos son la verdad, y ante este límite inventado nos detenemos. Por eso nos dice la Biblia que para comprender de verdad tenemos que ser como niños. El Espíritu Santo sabe el significado de todo y en su lenguaje nos lo dirá en nuestros corazones si de verdad se lo preguntamos.

Jesús María Bustelo Acevedo

La Voluntad de Dios es que seamos felices

La Voluntad de Dios es que seamos felices, eternamente. Cuando elegimos la alegría, estamos alabando a Dios, abrazamos gozosos la Gracia de Dios: no hay gracia sin alegría y lo que no tiene la Gracia de Dios no tiene gracia ninguna. Desde esta elección, construimos un mundo amoroso, feliz y abundante para todos, un mundo conforme con nuestra verdadera naturaleza en la que Dios nos crea para la Eternidad. Lo construimos con nuestra condición de creadores, virtud que Dios comparte con nosotros al darnos vida, una vida cuya santidad está garantizada por Dios.

Jesús María Bustelo Acevedo

Todo el mundo adora a un dios

Todos adoramos a un dios: cuando negamos al Dios del Amor, de la abundancia, de la benevolencia, del conocimiento, de la libertad, de la luz..., entonces, instantáneamente, aunque no tengamos conciencia de ello, adoramos al falso dios de la esclavitud del ego, al falso dios de la confrontación, de la escasez, de la malicia, de la ignorancia y de la inventiva retorcida que con sus elaboradas construcciones intenta justificar todos esos pseudovalores del mundo de la esclavitud que representa el ego. El Dios del Amor quiere que hagamos nuestra voluntad, nuestra voluntad verdadera, la que emana de nuestro ser real, y quiere que la hagamos con la alegría de la libertad. Por eso Dios es Libertad, y las caricaturas que el ego construye de la libertad no son más que formas de esclavitud.

Jesús María Bustelo Acevedo

No hay milagros en las tinieblas

Es en la luz, en el mundo real, en Dios, en la verdad eterna en la que somos creados, donde sentimos la presencia de los milagros, aunque no se precisen milagros en la Eternidad ni haya milagro mayor que la propia vida. Aferrados al ego (que es la no aceptación de la luz, es decir el mundo de las tinieblas), es imposible sentir estos milagros. El ego no hace milagros: el ego fabrica sus ficciones de confrontación en el mundo de la oscuridad; en él expresa su falsa religión del culto a la carencia y a un dios tan falso como remoto e indiferente, da igual que se crea o no en él... ¿Qué importancia tiene creer o no en un dios de mentira cuando se niega el milagro de la Vida, la Divinidad presente en toda la Creación?

Jesús María Bustelo Acevedo

El ego es el padre de su padre

Vivir es crear. Toda criatura tiene un creador. Por lo tanto, todo lo que hacemos está en relación, consciente o inconscientemente, con la búsqueda de Aquel que es nuestro Creador; todas nuestras resoluciones son la respuesta a esa búsqueda. Y como nosotros mismos fabricamos esa respuesta, le somos fieles a ese "dios". Cuando no reconocemos a la Divinidad como nuestro Poder (Padre) Creador, ese hueco lo cubre la necesidad de inventarnos un "padre". Esto ya es una "acción" del ego: el ego es el padre del padre que se inventa. Ningún hijo es padre de su padre, eso sólo sucede en la locura de creer que la falsedad es el mundo real, que un mundo de efectos, que es una mera proyección, es un poder causante... Si no reconocemos a nuestro Padre, que nos dejó su naturaleza en nuestros corazones, es imposible que disfrutemos de los bienes que Él nos regala, aunque paradójicamente, tomemos de ellos el carburante de nuestra limitada inventiva que no reconoce al Dios de Vida que es todo Amor.

Jesús María Bustelo Acevedo

El ateísmo no existe

Negar a Dios es negarnos a nosotros mismos, porque somos su creación, y porque los bienes eternos de nuestro verdadero hogar (el Amor, la Paz, la Libertad, la Inocencia, la Bondad...) sólo podemos gozarlos en Dios (sólo en Dios podemos crear, sólo los pensamientos que con Dios compartimos son verdaderos). Al negar a Dios, y negarnos a nosotros mismos, adoramos la muerte, elegimos el falso dios de la muerte en lugar del Dios verdadero. Aunque pensemos que somos ateos, adoramos al dios de la muerte al no aceptar al Dios de la vida. En realidad, nadie puede cambiar lo que no existe (el dios de la muerte) por lo que existe (Dios, nuestro Creador), pero podemos imaginarnos que lo hacemos. A consecuencia de esa plena fe en el falso dios de la muerte, grabamos en nuestra subconsciencia la consigna de que todo está sometido a ella, es decir, a la mentira: de ahí que sin rubor alguno afirmemos la relatividad de la verdad, cuando la verdad es lo único absoluto que no precisa de relación alguna ni puede concebirla, ya que nada verdadero es ajeno a ella. Al elegir la muerte como "nuevo dios", en todas nuestras obras le rendimos pleitesía ya que están condicionadas por la muerte.

Jesús María Bustelo Acevedo

El Amor es fortaleza absoluta

El Amor es fortaleza absoluta, poder ilimitado, completa invulnerabilidad; por eso, lo que es Amor no concibe el sufrimiento. El Amor sólo sabe ofrendar gozo, alegría, paz; no espera nada a cambio, porque se alimenta de su propia dación. El Amor no puede hacernos daño (justamente, el hacernos daño evidencia la ausencia de Amor). Al ser Amor, porque el Amor es Vida, sus propias cualidades son los elementos de nuestra verdadera identidad.

Jesús María Bustelo Acevedo

La ignorancia garantiza el conocimiento

Para ser ignorante y tener conciencia de serlo, hay que tener la evidencia de que existe un conocimiento. Luego nuestra ignorancia garantiza que ese conocimiento existe, y garantiza que tenemos conciencia de él; y si tenemos conciencia de él, es porque es nuestro, está a nuestro alcance; y si está a nuestro alcance, es porque es parte de nuestro ser, y si es "parte" de nuestro ser, es que es nuestro Ser, un ser que no puede ser fraccionado en partes. En resumen, la conciencia de nuestra ignorancia garantiza que somos conocimiento. Si nos sentimos ignorantes, debe ser porque hemos abandonado ese conocimiento que somos, y si lo hemos abandonado es porque "antes" lo teníamos... Luego, tenemos que recuperarlo, que recordarlo... Recordar significa "volver al corazón", allá donde, en palabras de Jesús de Nazaret, se encuentra el Reino de los Cielos.

Jesús María Bustelo Acevedo

Sólo los pensamientos amorosos son de verdad

Son los pensamientos que no compartimos con Dios los que nos hacen enfermar. En realidad, sólo los pensamientos amorosos, es decir aquellos que con Él compartimos, son verdaderos.

Jesús María Bustelo Acevedo

La Curación

La curación representa todo aquello que nos ocultamos a nosotros mismos para proteger nuestra falsa y caduca identidad que no reconoce la verdad de nuestro ser en su perenne y plena salud.

Jesús María Bustelo Acevedo

La Voluntad de Dios es que seamos felices

La Voluntad de Dios es que seamos felices, eternamente. Cuando elegimos la alegría, estamos alabando a Dios y estamos gozando de la gracia que de Él heredamos. Desde esta elección, construimos un mundo amoroso, feliz y abundante para todos. La Divinidad está en nosotros, así que su elección es nuestra propia y común elección.

Jesús María Bustelo Acevedo

Todas nuestras oraciones son respondidas

La Biblia nos dice que todas nuestras oraciones son respondidas. Pero si una oración no es más que una petición fabricada por el miedo, la única respuesta posible es la evidencia de que el miedo no puede ser satisfecho en sus pretensiones. El miedo es carencia, es división y es contradicción; por lo tanto, no sabe lo que quiere. Quien es movido por el miedo, por muy fervorosas que aparenten ser sus oraciones, no puede verse complacido por el Espíritu Santo. Pedimos con amor y por amor, porque el amor es nuestra naturaleza y el miedo no es más que un no reconocimiento de esta naturaleza que somos. Igual que pedimos con amor y por amor, el Espíritu Santo responde con amor y por amor. No podemos escuchar su respuesta cuando el miedo nos ensordece. Pedimos con y por amor, y recibimos esa respuesta del Espíritu Santo con y por amor.

Jesús María Bustelo Acevedo