El Juicio Final es recuperar finalmente el juicio

El Juicio Final no es otra cosa que el reconocimiento de la verdad, desechando la absurda idea de que la falsedad tiene el mismo valor que la verdad, que es lo que cree quien piensa que la verdad es algo cambiante o algo relativo, es decir, quien no cree en la verdad. Una idea loca, porque sólo la verdad puede existir. Si existiera la mentira, sería tan verdad como la verdad; luego, no sería mentira. Este razonamiento es el que hace que la mentira tenga el mismo valor que la verdad en el mundo falso. Pero, claro, entonces ya la verdad no es verdad donde hay algo que, sin serlo, es tan verdad como la verdad. Donde hay algo que, sin serlo, es tan verdad como la verdad, la "verdad" no es más que otra ilusión como la mentira. En resumen, al aceptar el mundo falso como real, le transmitimos a nuestro subconsciente la idea de que la verdad no existe y el subconsciente nos va a condicionar a desenvolvernos en un mundo donde la mentira y la verdad son lo mismo, aunque tengan distinto maquillaje. Esto que decimos sobre la verdad y la mentira es igualmente válido para el amor y el odio, la paz y la guerra, la vida y la muerte... Es decir, en ese mundo dual ambos ingredientes son falsos, tan falsos como ese mundo dual.

Jesús María Bustelo Acevedo

La salud es eterna

La salud eterna de nuestras almas es una verdad, por lo tanto es imposible dudar de ella. Si dudamos, no dudamos de ella, sino de la ilusión que la substituye, del sucedáneo de salud que hemos inventado.

Jesús María Bustelo Acevedo

Dios es Dios de vida

Dios es Dios de vida, Dios no impone muerte a nadie porque no concibe la muerte, la muerte no existe en la verdad de Dios. Pero quien no se reconoce en la eternidad de su ser se imagina en un mundo efímero regido por la muerte, y como la muerte la ha inventado él, él, en su inconsciente, se percibe como el dios de ese mundo falso. Este es el origen del falso poder que desea humillar, herir, atacar y robar a sus semejantes y encuentra satisfacción en ello, pues se siente ese dios de ese mundo falso al hacerlo. Mas al pensar que ese dios de la muerte está del mismo modo en todos sus semejantes, la confrontación permanente es inevitable, y siempre subyace la conciencia de que esa satisfacción, tan inventada como perecedera, no es real, sino la evidencia de una huida de sí mismo, pues es en sí mismo donde está Dios, donde está la Vida y donde está el Amor.

Jesús María Bustelo Acevedo

¿Qué es saludar?

Un salvador es aquel que ve la salud eterna en todos sus semejantes (=saludador). Estar a salvo es reconocernos en esa salud eterna.

Jesús María Bustelo Acevedo

El Magisterio del Amor

Todos estamos siempre enseñando, y aprendemos lo que enseñamos porque lo fortalecemos en nosotros al compartirlo con nuestros semejantes. Enseñar es comunicar y el Hijo de Dios está en comunicación eterna. El aparente magisterio de las palabras no es más que un símbolo de esa comunicación eterna. El aparente magisterio de las palabras sólo está conforme con la verdad cuando está conforme con el Magisterio del Amor, que es el único magisterio real. Cuando nuestras obras están coformes con ese magisterio, entonces enseñamos Verdad.

Jesús María Bustelo Acevedo

La Salvación

El Reino de los Cielos está en nuestros corazones, luego de allí procede lo que llamamos "Salvación". La distorsión del ego nos hace creer que ella procede de cuanto llamamos "exterior". Pero el exterior no es más que la expresión de cuanto hemos proyectado. Todo aquello de lo que a través de los sentidos somos informados tan sólo es un espejo en el que aprendemos. Nuestra salvación no es más que nuestra vida real en su pureza, en su perfección, en su condición amorosa; la Salvación simplemente pone en evidencia que sólo el Reino de Dios existe, que nada verdadero es ajeno a la Divinidad; toda la Creación sólo es real siendo expresión de ella.

Jesús María Bustelo Acevedo

La Ley del Amor

La Ley del Amor es aquella que determina que tengamos que estar ofrendando ese amor, perennemente, en todas nuestras creaciones. Es una ley fundamental que siempre estamos cumpliendo con gozo; cumplirla es la expresión de nuestra voluntad verdadera. Afirmar que por cumplirla no somos libres es tan absurdo como en el falso mundo de apariencias lo sería decir que no lo somos porque cumplimos años. Al cumplir la Ley del Amor mediante nuestras ofrendas y creaciones, extendemos el Reino de los Cielos que está en nosotros mismos. Desde el ego también se "cumple" esa ley, pero, como el ego es el mundo del culto a la carencia, todo aquello que da lo ve como una inversión interesada, lo que da lo pierde... En la realidad del amor verdadero, lo que damos lo tenemos para siempre, eso es extender; no solamente lo que damos lo tenemos para siempre, sino que el valor de cuanto damos está en su propia dación, en su propio hecho de ofrendarlo, pues ello sólo es lo que es al ofrendarse.

Jesús María Bustelo Acevedo

Resentimiento

Resentir es volver a sentir, volver a sentir lo que ya fue sentido, fue sentido pero su enseñanza no fue aprendida; luego, volvemos a "sentirla", pero de una forma muy amarga porque ella evoca nuestro fracaso en el sentir... Lo que no sentimos en la ficción del tiempo, no podemos volverlo a sentir. Sentir es siempre en el presente. Sentir es ser presente, ser en el presente, ser donde siempre somos y donde siempre sentimos. Luego re-sentir es la expresión de una falsedad, porque el sentir sólo es en el presente. Ninguna circunstancia puede retenernos en el camino hacia la luz que resplandece en nuestros corazones. Es el regalo de Dios, nuestra plenitud; es la Verdad del Amor, que nada puede destruir ni amenazar, y es nuestra verdadera naturaleza y nuestro auténtico hogar. Todo el Universo está de nuestra parte en este camino, y el objetivo al que vamos es el que ha sido trazado por la Voluntad de Dios.

Jesús María Bustelo Acevedo

¿Por qué nos enfrentamos?

Nos enfrentamos a nuestros semejantes porque el ego, en su locura, imagina que ellos nos quitan o pueden quitarnos lo que deseamos. Sin embargo, es el ego el que nos quita la conciencia de nuestra abundancia, la conciencia de que el amor, la paz y la felicidad que anhelamos está en nosotros, somos nosotros mismos. Al ver, al sentir, este amor con el que Dios nos hizo en nuestra propia naturaleza, lo vemos y lo sentimos por todas partes y en todos nuestros hermanos.

Jesús María Bustelo Acevedo

El amor no abriga resentimientos

Cuando pensamos que el mundo de la confrontación tiene sentido, estamos negando la verdad del amor. Cuando vemos a nuestros hermanos como objetivos que atacar, o sujetos que nos atacan o que pueden atacarnos, estamos percibiendo un mundo sin amor. En otras palabras, no estamos amando. Pero amor es lo que somos, amor es lo único real, permanente, verdadero, esencial; luego si no amamos, no nos estamos identificando con lo que verdaderamente somos.

Cuando pensamos que el amor termina, es que no sabemos qué es el amor. Si el amor es algo vulnerable, algo que puede ser atacado y destruido, sólo quien se identifique con eso, con lo vulnerable, con lo débil, con lo perecedero, podría darle algún "valor" (entre comillas, pues es una manera de "valorar" despreciando: lo que se desprecia no se puede valorar al mismo tiempo). Quien no sabe lo qué es el amor, no puede disfrutar de su naturaleza amorosa, que es su verdadera identidad.

Puesto que somos amor y sólo el amor es real, el mundo del ego, que es sólo temor, conflicto y engaño, es un mundo de locura. Es la única locura que existe, la locura del mundo del ego. La única que existe y la única que no existe, puesto que el ego es una falsedad: el ego rinde culto a la mentira, no puede rendirle culto a la verdad porque la verdad es la negación del ego, la evidencia de que no existe. De ahí la importancia de vivir en la verdad: verdad y falsedad no pueden coexistir. Si percibimos un mundo donde hay verdad y falsedad, nuestra mente, al igual que ese mundo, está dividida y en total confusión. La verdad o es total o no es verdad. Una mente dividida es una obstrucción al expandirse del Reino de Dios; es decir, una obstrucción a nuestra propia felicidad.

El rencor es una expresión propia del ego. Es una forma de victimismo. El ego se imagina víctima porque siempre busca razones en el exterior que le hagan sentir que existe. Esa es la locura del ego: al saberse que no existe, no puede afirmarse en sí mismo, se justifica en lo que no es él, en cuanto percibe como ajeno. Si nos identificamos con este ego rencoroso, percibimos a Dios como un ser de esa misma naturaleza. Este es el origen de ese dios estricto, castigador, justiciero, resentido, que vemos en la falsa religión. Por otra parte, estar presos del rencor, es la negación de que somos hijos del Amor y de que el Amor es nuestra verdadera naturaleza. Por lo tanto, es la expresión del desconocimiento de Dios, que es todo Amor y nos creó con Amor, por Amor, para el Amor y eternamente en el Amor.

Jesús María Bustelo Acevedo

Creatividad

El ego no puede destruir nuestra creatividad (ese bien que nos recuerda que Dios nos hizo a su imagen y semejanza), luego intenta identificarla con nuestro yo falso, con lo perecedero, con lo corporal. El daño que en el mundo del cuerpo podemos hacernos está en relación con esa falsa concepción de la creatividad. Porque la creatividad verdadera, la que nos define, es siempre benévola (la palabra "benévola" viene de "bien", del bien de la creatividad).

Jesús María Bustelo Acevedo

Percepciones

Nuestros pensamientos no afectan a la naturaleza de nuestro ser, pero determinan nuestras percepciones; unas percepciones que no nos informan de la verdad, y que el perdón deshace, pues no pueden coexistir con la eternidad del Amor que somos.

Jesús María Bustelo Acevedo

Desaprender

La única manera de aprender lo que somos es desaprendiendo lo que no somos. La única manera de que brille la luz de nuestras almas es deshaciendo las tinieblas que imaginamos que nos la ocultan. La única manera de sentirnos de regreso a la vida eterna es detener nuestro miedo egoísta a la muerte. La única manera de reencontrarnos con Dios es liberarnos de las falsa deidades, de los ídolos que hemos inventado para substituirlo.

Jesús María Bustelo Acevedo

Falsas deidades

Los ídolos, las falsas deidades, todo aquello que concebimos para sustituir a Dios, no pueden concedernos nada. Fueron inventados al negar la abundancia en la que Dios nos creó. Desechar a cuanto imaginemos que pueden concedernos es retornar a la cordura de esa abundancia, de la plenitud infinita en la que Dios nos crea eternamente compartiendo su Amor.

Jesús María Bustelo Acevedo

Dios lo es todo

Dios lo es todo y su presencia está en todo aquello que es verdad, en todo cuanto es expresión del Amor. Allí donde no percibimos a Dios, lo que está ante nosotros, aquello que refleja nuestro enfoque, es un ídolo, una falsa deidad, un elemento del mundo falso al que en nuestra locura atribuimos un valor superior a la Divinidad (esa Divinidad que contemplamos en nuestros semejantes cuando los reconocemos como tales). Es imposible tener más de lo que el Cielo nos da, ese Cielo que, tal como afirmó Jesús de Nazaret, se encuentra en nosotros mismos. Por lo tanto, los ídolos, las falsas deidades, empezando por la reina de ellas, la muerte, no tienen ni fin ni sentido para nosotros.

Jesús María Bustelo Acevedo

La falsedad del mundo

El falso mundo de dolor, de miedo y de culpa se deshace ante la plena conciencia de que somos Amor.

Jesús María Bustelo Acevedo


Somos Amor

No vemos al mundo tal como es, porque no nos vemos a nosotros tal como somos.

Jesús María Bustelo Acevedo

Santidad

No podemos comprender nuestra propia Santidad con la razón, porque esa razón no forma parte de ella. No podemos saber qué es o qué significa con todo cuanto no forma parte de la Divinidad, de la Creación. Pero podemos sentirla en nuestras almas, pues allí es donde se encuentra eternamente. De hecho, la verdad de lo que somos está en esa Santidad. Nosotros no la hemos inventado, pero sí hemos inventado el pecado que imaginamos mancillarla. Eso es una locura, nada puede mancillar la obra de Dios; si así fuera, aquello que lo pudiera tendría más poder que el propio Dios. Nosotros hemos inventado el pecado y nosotros debemos tomar conciencia de que es falso y no puede coexistir con la Verdad, con la Creación Divina, a la cual pertenecen nuestras almas.

Jesús María Bustelo Acevedo

Ser feliz es ser eterno

Envejecemos porque, en nuestra locura, concedemos al cuerpo esa verdad que le negamos a Dios; enfermamos porque concedemos al cuerpo ese poder que a Dios le hemos negado; sentimos dolor porque hemos negado ese mundo del amor para el cual Dios nos crea y buscamos ese amor en la carne, que no es más que una invención efímera y neutra. Nuestra eternidad está en devolver a Dios aquello que le pertenece. Esa es nuestra única y verdadera felicidad.

Jesús María Bustelo Acevedo

El cuerpo simboliza las limitaciones que imponemos a nuestra mente

Nuestro cuerpo es un medio de comunicación; lo usamos para ofrendar ese amor que somos a nuestros semejantes. Por lo tanto, nuestro cuerpo no alberga deseos, puesto que no es más que un conjunto de herramientas. Es un artilugio en nuestras manos que no hace ningún tipo de juicio sobre sí mismo, que no tiene ninguna idea en torno a su función: nosotros le damos su verdadero valor. Lógicamente, al identificarnos con él, le estamos privando al cuerpo de aquel que le da su verdadero valor. Es como si un mecánico de repente se vuelve loco y se imagina que es una caja de herramientas; evidentemente está privando a sus herramientas de cumplir su función: el valor de las herramientas está en el uso que de ellas haga el mecánico.

En definitiva, nuestro cuerpo no tiene deseos: castigar a nuestro cuerpo por ellos no es más que la expresión de la demencia. Nuestro cuerpo no tiene vida propia de por sí: es lo que nosotros decidamos que sea, dependiendo de que nos percibamos a nosotros mismos como entidades amorosas o meros sujetos sometidos al miedo. Cuando somos amor, le damos su verdadero valor al cuerpo, que cumple su función oferente (son dispositivos de un amor que permanentemente se renueva en su ofrenda); cuando el miedo nos toma, percibimos al cuerpo como una especie de escondite y en él erigimos nuestra falsa seguridad, con la conciencia de que no es permanente... Un alma eterna escondida en un cuerpo (en la locura de creer que esto es posible) es como una mente que se oculta en uno de sus pensamientos. Este extraño cóctel de alma eterna y carne caduca da origen a ese mundo de deseos, que, presos del engaño, percibimos como algo natural... Al negar los valores de nuestra alma y al imaginarlos en nuestro cuerpo fabricamos unas caricaturas efímeras de ellos. La necesidad de ofrendar amor se transforma entonces en expresiones más degradadas, como el deseo sexual (necesidad de robar placer de entidades percibidas como ajenas a nuestra naturaleza). Escondidos en el cuerpo, no sabemos lo que es el amor. Puesto que el amor es la libertad infinita de nuestro verdadero ser. Ese poder infinito de nuestras almas, del mismo modo, se convierte (en la locura de creer que esto es posible) en la idea de que podemos hacer daño a nuestros semejantes, y de ahí proviene esa absurda pseudo satisfacción del sujeto egótico tras causar un aparente perjuicio a sus hermanos. De esta forma, el cuerpo sólo simboliza las limitaciones que imponemos a nuestra mente y, dentro de esas limitaciones, el falso amor, la falsa libertad, el falso poder y la falsa bondad que rigen el mundo.

Jesús María Bustelo Acevedo

Puente de Amor

El Espíritu Santo tiende un puente de amor entre Dios y Sus criaturas para todos aquellos que buscan la verdad.

Jesús María Bustelo Acevedo

La Pureza

La pureza es pureza porque no puede corromperse ni deteriorarse, por lo tanto no es un elemento característico de un mundo de apariencias condenado a deshacerse en su propia falsedad. La pureza es un don del alma, por ello sólo en la eternidad es concebible. Una pureza en un mundo perecedero no sería pureza de verdad, pues nada es verdad en un mundo perecedero. La pureza o es pureza siempre o no es pureza. El poder de la pureza es infinito, y bajo su influencia se produce la curación. La conciencia de la pureza de Jesús hace sanar a todos los enfermos que con fe tocaban sus vestiduras. El halo de su pureza se extiende en torno a Jesús, y la pureza no concibe estar en contacto con nada que no sea la expresión de esa pureza. Por eso sanan aquellos que tienen fe y palpan los vestidos de Jesús. Y Jesús se maravilla de la fe de esas personas, demostrando su humanidad, y demostrando que esta humanidad no es incompatibible con su Divinidad. Jesús se maravilla de esa fe, pero no se maravilla de los milagros, porque los milagros son naturales (conformes con la Naturaleza, que es Espíritu); por eso la gente sencilla, en su fe sincera, recibe la curación gracias a la pureza de Jesús; las personas sin fe que tocaran las prendas de Jesús no perciben su pureza, así como su pureza no los percibe a ellos.

Jesús María Bustelo Acevedo

El cuerpo es un medio de comunicación

Cuando tomamos por real este mundo de apariencias, nos percibimos como cuerpos efímeros y vulnerables. En realidad, más que con el cuerpo, nos identificamos con esa invisible capa que lo delimita y que llamamos forma. Nos identificamos con las formas, por eso no tenemos conciencia real de la naturaleza y peculiaridades de nuestro cuerpo; lo maltratamos con malos hábitos y malas posturas. Aquel que se reconoce como espíritu, trata correctamente al cuerpo, manteniéndolo limpio y saludable y haciendo uso de todas sus herramientas de manera eficiente. El cuerpo es nuestra televisión privada particular, no necesita publicidad para mantenerse: basta con un buen corazón y grandes deseos de ofrendar a nuestros semejantes lo mejor de nosotros. Tenemos programas para toda la familia: comedias superdivertidas, películas de aventuras, documentales interesantísimos sobre lugares exóticos, el espacio para la lírica, la hora del bricolaje, programas infantiles, de cocina, arte, deporte, ópera, zarzuela, cursillos de baile flamenco, etc, etc, etc... Cuando el ego nos suplanta, se apaga esa tele y se termina el show de la vida... Cuando el ego nos suplanta, no estamos transmitiendo nada... La tele está apagada, pero toda la plantilla está en su puesto y lista para hacer su trabajo, sólo falta encender la vida y comenzar a emitir. Si nos sentamos y cruzamos de brazos para ver lo que otros transmiten, todas nuestras emisiones no les van a llegar a nuestros semejantes.

Jesús María Bustelo Acevedo

La Mirada de Cristo

En el perdón expresamos nuestra voluntad de reconocer la verdad y de vivir en ella, puesto que no hay más vida que aquella que se vive en la verdad. El perdón nos libera de todas las mentiras, de todo cuanto es irreal y está condenado a deshacerse en su falsedad. El perdón despierta la mirada de Cristo, nuestra verdadera visión, aquella que todo lo contempla con amor, y en ese amor sólo vemos la verdad. Con la santa visión de Cristo, que es la mirada del amor, contemplamos al mundo tal como verdaderamente es, tal como Dios lo creó, tal como Dios lo crea eternamente, en toda su belleza, en toda su inocencia, en toda su armonía... El Espíritu de la Vida es la Verdad del Amor, y eso es lo que vemos en nuestra visión santa.

Jesús María Bustelo Acevedo

La Unidad

El Mundo de Dios es sencillez, espontaneidad, alegría que no tiene otra razón que la propia y común alegría. Dios sólo conoce la unidad, porque Dios es Uno como Una es Su Creación. Armonía es sinónimo de Unidad, porque donde no hay Unidad no puede darse la Armonía. Pueden ser muchos los músicos, pueden ser muchos los instrumentos, las notas, los compases, los matices, pero eso es sólo la apariencia... La música es una y en su unidad está su belleza y su verdad. Esos cuerpos uniformados dispuestos para atacar son la caricatura grotesca que en el mundo falso se hace de esa unidad del Mundo de Dios. Tal falsa unidad, verdaderamente, no es más que una negación de la Unidad Divina, en la cual sólo se concibe el Amor. Donde hay Amor, nada que no lo sea puede hallarse y el ataque (consecuencia de la locura de la separación -dualidad-) es inconcebible.

Jesús María Bustelo Acevedo

La Nada

La vida no surge de la nada. Quien así piensa, no nos explica qué es la nada. Si la nada fuera algo explicable es que la nada sería algo, es decir, no sería nada; por lo tanto, decir que la nada es algo es algo que no nos dice nada. En otras palabras, incluso quien afirma, directamente o a través de algún circunloquio, que venimos de la nada, inconscientemente nos está afirmando también que venimos de algo. Si alguien elabora unos conocimientos en torno a la nada, y cree que la nada es nada, es que está loco; porque para que algo se conozca, para que podamos tener la comprensión de algo, ese algo, valga la redundancia, tiene que ser algo... Tiene que SER. (Ser nada es una expresión que no tiene ningún sentido, de ahí que hallamos inventado una doble negación como ésta: "no somos nada" -es decir, somos algo-). Concebir unas ideas en torno a la nada es tan absurdo como preguntarse permanentemente y de una forma verbal para qué sirve la voz. El propio uso de ella responde a esta pregunta. ¿Para qué sirve la nada?: Para nada. Lo que no sirve para nada no puede dar lugar a la vida, a menos que esta supuesta vida sea tan falsa como la nada que lo engendró... Nos parece que la vida surge de la nada porque nos negamos la verdad de que lo somos TODO, de que nada nos es ajeno. Serlo todo no es ser Dios, sino reconocernos que nada que sea verdad puede ser ajeno a Dios; de otra manera concebiríamos una falsa realidad ajena a Él: precisamente eso es lo que da origen al mundo de apariencias.

Jesús María Bustelo Acevedo

Fe en el pecado

Quien cree en el pecado y en la justicia que lo castiga, ya se ha condenado a sí mismo a ese falso mundo del pecado. Y seguirá en esa condena en tanto no reconozca la falsedad del pecado y la verdad de la eterna inocencia del Hijo de Dios.

Jesús María Bustelo Acevedo

La Justicia de Dios

Quienes creen en el pecado no relacionan la justicia con el amor, sino con el castigo, la condena, la represalia, la venganza... En resumen, con la proyección de la culpa. Proyectamos la culpa para conservarla; con ojos culpables, sólo vemos culpa, mas con la verdadera Visión de Cristo vemos un mundo inocente. Tal es la Justicia Divina, que sólo puede ver el Amor propio de Su Divinidad y de toda la Creación. El mundo falso del pecado no forma parte de la verdad, y aquello que habita en la verdad no concibe nada que no sea esa verdad. Por lo tanto, ese Juez llamado Dios sólo nos ve en el Amor en el que nos creó, en la inocencia, en la pureza y en la eternidad propias de nuestras almas, almas creadas en, por y para el Amor... Quienes creen en el pecado no pueden comprender esto, porque su fe en el pecado es su fe en la venganza, en el castigo, en el ataque... Es decir, en lo que es propio de un falso mundo sin amor, ajeno a Dios.

Jesús María Bustelo Acevedo

La enseñanza del ego

Por más que el ego enseñe que somos lo que no somos, lo que somos siempre lo somos.

Jesús María Bustelo Acevedo

El Camino, la Verdad y la Vida

El Espíritu Santo nos enseña el poder del Reino de Dios, y al enseñárnoslo nos da a conocer que nos pertenece. El Maestro Jesús está siempre con nosotros. Puesto que tiempo y espacio forman parte de una realidad falsa, la historia de Jesús sucede en nuestros corazones, es decir, permanentemente. Y está historia de Jesús está expresada y resumida en su hecho clave: la Resurrección. La Resurrección nos muestra que nada real puede ser amenazado. Como Jesús está en nuestros corazones, allí es donde se encuentra la Verdad, el Camino y la Vida, el camino de retorno, la vida verdadera y la verdad por antonomasia.

Jesús María Bustelo Acevedo

Perdonar es un regalo

Perdonar es un regalo (un presente) que nos hacemos. Perdonar es desprenderse del pasado y sus condicionantes y abrazar gozosos nuestro verdadero Ser que se "desenvuelve" en la Eternidad. Elegir el perdón deshace el ataque propio del mundo falso; ataque es debilidad y es consecuencia del miedo. Perdonar es reencontrarnos con el poder y la invulnerabilidad con la que Dios nos crea.

Jesús María Bustelo Acevedo

La dación

Somos Amor, y lo somos porque ejercemos la dación (la dación es el acto de dar). Mas un acto es un valor permanente sin el cual el Amor no se concibe. El Amor es Amor porque se está dando permanentemente. Damos Amor, y por eso lo tenemos. Fíjate que el ego lo entiende al revés: tenemos amor y por eso lo damos, y nos enfadamos cuando no nos corresponden. Pero no es así, el Amor se renueva con su propia dación, puesto que darse es su finalidad.

Jesús María Bustelo Acevedo

La verdadera dicha

La verdadera dicha nos llega a través del Espíritu Santo. El ego no sabe quién eres tú, por lo tanto no puede saber lo que te hace dichoso. Sólo Dios conoce tu naturaleza, puesto que es Su Obra. Sólo desde la Visión podemos comprender (y concebir) qué es verdaderamente la felicidad.

Jesús María Bustelo Acevedo

Origen del miedo

Sólo donde no hay verdad, hay miedo. El miedo erige una realidad falsa, y lo que es falso siempre necesita aliados, como la culpabilidad. La culpabilidad proyectada en nuestros hermanos es la justificación de nuestro miedo. Si no los miramos con amor, no los podemos percibir con ese amor. Cuando el miedo suplanta nuestro amor, sólo vemos pecados en nuestros semejantes, que por ellos deben ser castigados. En nuestras relaciones están reflejados ese amor o ese miedo con el que percibimos a los demás. Con los ojos del amor vemos al mundo tal como verdaderamente es, pues cuando hay amor en la mirada, nada que no sea la verdad de ese amor puede ser abrazado por ella.

Jesús María Bustelo Acevedo

La paz está en nuestras almas

Nuestras almas amorosas albergan la paz. Y es allí desde donde la compartimos con nuestros semejantes. Esa es la Voluntad de Dios y en ello nos ayuda e inspira el Espíritu Santo. Sólo nuestra fe en él nos facilita esa ayuda y esa divina inspiración. La paz de Dios está en nuestras almas amorosas y el ruido del mundo no puede perturbarla. Todo cuanto nos pudiera privar de ella no es más que falsedad que se deshace, como un sueño ingrato que no nos priva de la alegría del despertar.

Jesús María Bustelo Acevedo

El pecado no pide corrección

El pecado no pide corrección, pide castigo y el castigo no supone corrección. Quien es todo amor no puede castigar, no concibe el castigo; luego quien castiga al pecado forma parte del mismo mundo falso del pecado, puesto que Dios forma parte de esa realidad de amor y de inocencia desde la cual el castigo es inconcebible, y al igual que Dios, toda la Creación de la que formamos parte. Pues somos sus criaturas y sus creadores, no porque lo creemos a Él, sino porque todas nuestras creaciones están hechas con el Amor que de Él hemos heredado.

Jesús María Bustelo Acevedo

Error

Pecado y culpabilidad son los dos extremos de un mismo círculo vicioso que gira vanamente sobre sí mismo hasta que nos salgamos de ese falso juego en el que por error entramos. Y como fue un error, precisamente por eso puede ser corregido, y con ello retornamos a nuestra auténtica naturaleza, es decir, dejamos lo falso y abrazamos la verdad.

Jesús María Bustelo Acevedo

El mundo sensorial

El mundo del que nos informan nuestros sentidos no es nuestro verdadero hogar; lo hemos fabricado al percibirnos separados del único mundo real, el Reino del Amor al cual pertenecemos. Por más que hagamos y deshagamos en el mundo de apariencias, no podremos hacer de él ese Reino de los Cielos para el que fueron creadas nuestras almas. Pero sí podemos hacer que ese mismo Reino de los Cielos sea quien construya, sea quien cree, convirtiéndonos entonces en los verdaderos creadores que por Voluntad de Dios somos.

Jesús María Bustelo Acevedo

Música

Nuestras mentes son como instrumentos musicales que no pueden concebir ocultar la música que producen. Por eso la música, con sus infinitos matices, nos transmite tanta paz, porque nos recuerda nuestra Divinidad común, la comunión de nuestras almas y la libertad de nuestros pensamientos, que en la verdad no precisan de ocultamiento alguno.

Jesús María Bustelo Acevedo

Fuente de Amor

Las ilusiones son la consecuencia inevitable de la falta de fe; es decir, que es la fe la que nos encamina hacia la verdad. Y ¿qué es la verdad sino la presencia y plenitud del conocimiento? Luego la fe verdadera tiene que ver con el conocimiento, no tiene que ver con apariciones extraordinarias ni sucesos paranormales (delegaciones en la magia). Quien desea estas cosas es porque no tiene fe (desear es un pseudovalor propio del ego; nuestra naturaleza verdadera, toda amor y abundancia, no precisa de otra cosa que compartir esos bienes, y no concibe por lo tanto el concepto de desear). El agua no tiene sed. Por eso le habla Jesús a la samaritana de ese agua que nos quita eternamente la sed, que es una imagen poética de esa Fuente de Amor con la que Dios crea nuestras almas.

Jesús María Bustelo Acevedo

Dios es mi Fortaleza

La infinitud de nuestro Ser no tiene cabida en un cuerpo que no se entiende sin lo que no es ese cuerpo. Porque el cuerpo es una máquina dependiente, pero nuestro Ser es libre, completo e independiente. Sólo depende de Aquel que nos hizo por Amor, con Amor y para el Amor; no somos otra cosa que su efecto, el compartimiento de su Naturaleza Amorosa y Eterna, y con ello de todos los dones que la definen... Somos completos, y así lo son todos nuestros semejantes. Cuando los atacamos, los limitamos a lo que ese ataque significa (los límites son siempre del miedo, nunca del Amor infinito), porque no percibimos esa completud que no es más que su Divinidad. Cuando los atacamos vemos un error, no a su verdadero Ser, a nuestro verdadero Ser, en cuya fortaleza no se concibe el ataque.

Jesús María Bustelo Acevedo

Libertad

El cuerpo es un limitador, pero nuestra mente es infinita, tan infinita como su libertad; por lo tanto, no se puede encerrar en un cuerpo. Imaginárnosla presa de ese cuerpo es percibirnos sin libertad. Cuando no nos reconocemos en ese cuerpo perecedero, éste se pone a nuestro servicio en nuestra búsqueda del conocimiento, en el ejercicio de nuestra creatividad y en nuestra propia condición de almas libres, en esa libertad que sólo es concebible en el mundo verdadero del Amor para el cual somos creados en la Eternidad. Sólo lo que existe alberga libertad. El ego no puede ser libre y cuanto construye en su mundo de apariencias es mecánico, reaccionario, dependiente y previsible, que son las etiquetas que definen a aquello que no opera en libertad. La libertad es un don sagrado que Dios comparte con nosotros por su Voluntad; las percepciones conflictivas de una supuesta libertad están basadas en la falsa idea de la separación que no reconoce la Unidad de Dios y de toda Su Obra.

Jesús María Bustelo Acevedo

El Milagro de la Vida

Milagro es pensar siempre con amor, con el amor que define nuestro ser y rige todos nuestros sentimientos verdaderos. Somos efecto de Dios (somos Dios, en efecto -que no en causa: Dios es nuestra causa y vivir para otra es demencia pasajera-) y nuestras creaciones se dan gracias al milagro de reconocerlo (re-conocerlo). Milagro es ser lo que somos, el amor que somos, cuya naturaleza es crear eternamente. El sabio contempla al río porque el fluir de sus aguas le recuerda esta verdad, la verdad del amor. Amor es crear, y sólo eso es vivir. Eso es el Milagro de la Vida.

Jesús María Bustelo Acevedo

Sobre el Amor

Aceptar la confrontación como algo natural supone que la separación es considerada como algo natural, y, lo que es peor, la idea demente de que el Amor puede ser derrotado, porque el Amor es la paz y la alegría en la que eternamente viven todas nuestras almas. Pensar que el Amor puede ser derrotado es concebir al Amor como algo expuesto a los vaivenes del falso mundo de apariencias que hemos concebido al negar el Amor que somos. Al pensar que el Amor, que es sinónimo de vida, puede ser derrotado, entonces ahí ya hemos inventado la muerte y nos hemos sometido a ella. Por eso creemos morir. Y por eso sentirnos que somos ese Amor es renacer a la vida eterna. Nuestra conciencia renace a la vida eterna, porque nuestro Ser ya está ahí, y por eso en nuestros "chispazos" de cordura evocamos esa eternidad. La falsa eternidad que inventa el ego (un tiempo sin fin) sólo responde a su deseo de perdurar; sólo el ego puede albergar deseos y sólo el deseo de ponerlos todos ante la luz del Espíritu Santo los deshace en su falsedad. Sólo el Amor existe.

Jesús María Bustelo Acevedo

Perfección

Somos perfectos, porque el Hijo de Dios es la expresión de la Perfección Divina. Dios no puede crear nada que no esté conforme con Su Naturaleza. Si no nos consideramos perfectos, es que nos estamos evaluando desde algo que no es esa Perfección; es decir, desde lo que no somos, desde aquello que llamamos ego.

Jesús María Bustelo Acevedo

Dios no está en nuestras invenciones

Sanamos cuando ponemos la mente en manos de Su Creador. Por eso, expresión de locura es la creencia de que la mente se crea a sí misma (que nos creamos a nosotros mismos). Somos creadores, somos creadores en la Eternidad, en alabanza de Dios, por la Voluntad de Dios, y siempre, en nuestra creación, está la esencia y la presencia de Dios; si no, no creamos de verdad, aunque nos lo creamos. Eso es justo lo que sucede cuando fabricamos en el mundo de apariencias: Dios no está en esas invenciones.

Jesús María Bustelo Acevedo

La paciencia del ego

Para el ego, la paciencia siempre es limitada, puesto que la interpreta como algo sujeto al tiempo y al espacio (tal como el propio ego); de ese falso concepto de la paciencia proviene la imagen del vaso que amenaza con rebosar. La paciencia del ego es una paciencia de mentira porque el ego no tiene paciencia; es decir, no es más que un fingimiento interesado.

Jesús María Bustelo Acevedo

Donde hay miedo, no hay amor

El ego se desenvuelve en un mundo de miedo, porque la presencia del miedo es la negación del amor, y la negación del amor da lugar al sueño del ego, que es un mundo sin amor. Desde el ego, vemos separación y al ver separación concebimos la culpa, y con ella la falsa inocencia, una falsa inocencia que necesita justificarse en la culpabilidad de algo, una falsa inocencia que precisa ser apuntalada por aquella culpa que percibe en lo ajeno. Por eso proyectamos la culpabilidad: para construir esa falsa inocencia tras no reconocer la verdadera inocencia de nuestro Ser. En realidad, proyectar es conservar la culpa; la conservamos al proyectarla porque una falsa inocencia no puede satisfacernos y preferimos volvernos a sentir culpables, y ciertamente nos sentimos culpables, dado que, a fin de cuentas, nuestros semejantes no lo eran y en nuestro fuero interno somos conscientes de este juego sin sentido (el único sentido de la vida es desde dentro -desde - hacia fuera: eso es extender el Reino de los Cielos, eso es vivir en la Eternidad).

Jesús María Bustelo Acevedo

Reinterpretaciones del Espíritu Santo

El tiempo es del ego y la Eternidad de Dios. El Espíritu Santo nos hace tomar conciencia de esa Eternidad, reinterpretando las invenciones del ego. El ego comienza y termina en el ego y no concibe la Eternidad, ni percibe la Divinidad en nuestros hermanos, ni cree en el Amor (lo que en verdad somos)... Por lo tanto, sólo la fe nos facilita el trabajo amoroso del Espíritu Santo; Éste transforma las fabricaciones egoicas en recursos de enseñanza. El Espíritu Santo utiliza el "lenguaje" que podemos comprender, un lenguaje que tiene que ver con el tiempo y el espacio, aunque estos no sean más que ilusiones de un mundo de apariencias.

Jesús María Bustelo Acevedo

La Alternativa

La voz del Espíritu Santo no es otra cosa que la alternativa a ese mundo dual de apariencias que en sí mismo afirma su propia contradicción, evidenciando con ello que no tiene solución de continuidad, que la verdad no tiene cabida en él (sólo una falsa "verdad" que precisa siempre de su mentira correspondiente para ser concebida -"verdad" apuntalada por la mentira es tan falsa como quien la sostiene-). La alternativa del Espíritu Santo es siempre de paz, porque en el Mundo de Dios no se concibe nada ajeno a esa paz. Nos dice Un Curso de Milagros que la paz es más poderosa que la guerra, porque la paz sana... La guerra es proyección de culpabilidad pero "a lo bestia", y al mismo tiempo es expresión del miedo, pues es a partir de él que comenzamos a percibir a nuestros semejantes como una amenaza que nos hace ponernos a la defensiva y fabricar la idea de la confrontación (la guerra, el duelo -duelo=dolor-)... El Espíritu Santo es esa idea de la sanación que se fortalece al ser compartida. Compartiéndola, nos reconocemos en el Amor de Dios, que es Aquello que eternamente nos crea.

Jesús María Bustelo Acevedo