Somos almas que habitan en la Eternidad

El Espíritu Santo convierte el tiempo en un amigo, indispensable para nuestro aprendizaje. Un aprendizaje que no es más que reconocer en conciencia aquello que siempre somos y serlo en su plenitud ilimitada. El paso del tiempo no nos debe causar ninguna preocupación; el objetivo de nuestro aprendizaje está garantizado. El tiempo no nos hace envejecer: envejece lo que no somos y está a nuestro servicio circunstancialmente. Lo que nace muere, pero nosotros somos almas que habitan en la Eternidad.

Jesús María Bustelo Acevedo

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