La Nada

La vida no surge de la nada. Quien así piensa, no nos explica qué es la nada. Si la nada fuera algo explicable es que la nada sería algo, es decir, no sería nada; por lo tanto, decir que la nada es algo es algo que no nos dice nada. En otras palabras, incluso quien afirma, directamente o a través de algún circunloquio, que venimos de la nada, inconscientemente nos está afirmando también que venimos de algo. Si alguien elabora unos conocimientos en torno a la nada, y cree que la nada es nada, es que está loco; porque para que algo se conozca, para que podamos tener la comprensión de algo, ese algo, valga la redundancia, tiene que ser algo... Tiene que SER. (Ser nada es una expresión que no tiene ningún sentido, de ahí que hallamos inventado una doble negación como ésta: "no somos nada" -es decir, somos algo-). Concebir unas ideas en torno a la nada es tan absurdo como preguntarse permanentemente y de una forma verbal para qué sirve la voz. El propio uso de ella responde a esta pregunta. ¿Para qué sirve la nada?: Para nada. Lo que no sirve para nada no puede dar lugar a la vida, a menos que esta supuesta vida sea tan falsa como la nada que lo engendró... Nos parece que la vida surge de la nada porque nos negamos la verdad de que lo somos TODO, de que nada nos es ajeno. Serlo todo no es ser Dios, sino reconocernos que nada que sea verdad puede ser ajeno a Dios; de otra manera concebiríamos una falsa realidad ajena a Él: precisamente eso es lo que da origen al mundo de apariencias.

Jesús María Bustelo Acevedo

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