El Juicio Final es recuperar finalmente el juicio

El Juicio Final no es otra cosa que el reconocimiento de la verdad, desechando la absurda idea de que la falsedad tiene el mismo valor que la verdad, que es lo que cree quien piensa que la verdad es algo cambiante o algo relativo, es decir, quien no cree en la verdad. Una idea loca, porque sólo la verdad puede existir. Si existiera la mentira, sería tan verdad como la verdad; luego, no sería mentira. Este razonamiento es el que hace que la mentira tenga el mismo valor que la verdad en el mundo falso. Pero, claro, entonces ya la verdad no es verdad donde hay algo que, sin serlo, es tan verdad como la verdad. Donde hay algo que, sin serlo, es tan verdad como la verdad, la "verdad" no es más que otra ilusión como la mentira. En resumen, al aceptar el mundo falso como real, le transmitimos a nuestro subconsciente la idea de que la verdad no existe y el subconsciente nos va a condicionar a desenvolvernos en un mundo donde la mentira y la verdad son lo mismo, aunque tengan distinto maquillaje. Esto que decimos sobre la verdad y la mentira es igualmente válido para el amor y el odio, la paz y la guerra, la vida y la muerte... Es decir, en ese mundo dual ambos ingredientes son falsos, tan falsos como ese mundo dual.

Jesús María Bustelo Acevedo

La salud es eterna

La salud eterna de nuestras almas es una verdad, por lo tanto es imposible dudar de ella. Si dudamos, no dudamos de ella, sino de la ilusión que la substituye, del sucedáneo de salud que hemos inventado.

Jesús María Bustelo Acevedo

Dios es Dios de vida

Dios es Dios de vida, Dios no impone muerte a nadie porque no concibe la muerte, la muerte no existe en la verdad de Dios. Pero quien no se reconoce en la eternidad de su ser se imagina en un mundo efímero regido por la muerte, y como la muerte la ha inventado él, él, en su inconsciente, se percibe como el dios de ese mundo falso. Este es el origen del falso poder que desea humillar, herir, atacar y robar a sus semejantes y encuentra satisfacción en ello, pues se siente ese dios de ese mundo falso al hacerlo. Mas al pensar que ese dios de la muerte está del mismo modo en todos sus semejantes, la confrontación permanente es inevitable, y siempre subyace la conciencia de que esa satisfacción, tan inventada como perecedera, no es real, sino la evidencia de una huida de sí mismo, pues es en sí mismo donde está Dios, donde está la Vida y donde está el Amor.

Jesús María Bustelo Acevedo

¿Qué es saludar?

Un salvador es aquel que ve la salud eterna en todos sus semejantes (=saludador). Estar a salvo es reconocernos en esa salud eterna.

Jesús María Bustelo Acevedo

El Magisterio del Amor

Todos estamos siempre enseñando, y aprendemos lo que enseñamos porque lo fortalecemos en nosotros al compartirlo con nuestros semejantes. Enseñar es comunicar y el Hijo de Dios está en comunicación eterna. El aparente magisterio de las palabras no es más que un símbolo de esa comunicación eterna. El aparente magisterio de las palabras sólo está conforme con la verdad cuando está conforme con el Magisterio del Amor, que es el único magisterio real. Cuando nuestras obras están coformes con ese magisterio, entonces enseñamos Verdad.

Jesús María Bustelo Acevedo

La Salvación

El Reino de los Cielos está en nuestros corazones, luego de allí procede lo que llamamos "Salvación". La distorsión del ego nos hace creer que ella procede de cuanto llamamos "exterior". Pero el exterior no es más que la expresión de cuanto hemos proyectado. Todo aquello de lo que a través de los sentidos somos informados tan sólo es un espejo en el que aprendemos. Nuestra salvación no es más que nuestra vida real en su pureza, en su perfección, en su condición amorosa; la Salvación simplemente pone en evidencia que sólo el Reino de Dios existe, que nada verdadero es ajeno a la Divinidad; toda la Creación sólo es real siendo expresión de ella.

Jesús María Bustelo Acevedo

La Ley del Amor

La Ley del Amor es aquella que determina que tengamos que estar ofrendando ese amor, perennemente, en todas nuestras creaciones. Es una ley fundamental que siempre estamos cumpliendo con gozo; cumplirla es la expresión de nuestra voluntad verdadera. Afirmar que por cumplirla no somos libres es tan absurdo como en el falso mundo de apariencias lo sería decir que no lo somos porque cumplimos años. Al cumplir la Ley del Amor mediante nuestras ofrendas y creaciones, extendemos el Reino de los Cielos que está en nosotros mismos. Desde el ego también se "cumple" esa ley, pero, como el ego es el mundo del culto a la carencia, todo aquello que da lo ve como una inversión interesada, lo que da lo pierde... En la realidad del amor verdadero, lo que damos lo tenemos para siempre, eso es extender; no solamente lo que damos lo tenemos para siempre, sino que el valor de cuanto damos está en su propia dación, en su propio hecho de ofrendarlo, pues ello sólo es lo que es al ofrendarse.

Jesús María Bustelo Acevedo

Resentimiento

Resentir es volver a sentir, volver a sentir lo que ya fue sentido, fue sentido pero su enseñanza no fue aprendida; luego, volvemos a "sentirla", pero de una forma muy amarga porque ella evoca nuestro fracaso en el sentir... Lo que no sentimos en la ficción del tiempo, no podemos volverlo a sentir. Sentir es siempre en el presente. Sentir es ser presente, ser en el presente, ser donde siempre somos y donde siempre sentimos. Luego re-sentir es la expresión de una falsedad, porque el sentir sólo es en el presente. Ninguna circunstancia puede retenernos en el camino hacia la luz que resplandece en nuestros corazones. Es el regalo de Dios, nuestra plenitud; es la Verdad del Amor, que nada puede destruir ni amenazar, y es nuestra verdadera naturaleza y nuestro auténtico hogar. Todo el Universo está de nuestra parte en este camino, y el objetivo al que vamos es el que ha sido trazado por la Voluntad de Dios.

Jesús María Bustelo Acevedo

¿Por qué nos enfrentamos?

Nos enfrentamos a nuestros semejantes porque el ego, en su locura, imagina que ellos nos quitan o pueden quitarnos lo que deseamos. Sin embargo, es el ego el que nos quita la conciencia de nuestra abundancia, la conciencia de que el amor, la paz y la felicidad que anhelamos está en nosotros, somos nosotros mismos. Al ver, al sentir, este amor con el que Dios nos hizo en nuestra propia naturaleza, lo vemos y lo sentimos por todas partes y en todos nuestros hermanos.

Jesús María Bustelo Acevedo

El amor no abriga resentimientos

Cuando pensamos que el mundo de la confrontación tiene sentido, estamos negando la verdad del amor. Cuando vemos a nuestros hermanos como objetivos que atacar, o sujetos que nos atacan o que pueden atacarnos, estamos percibiendo un mundo sin amor. En otras palabras, no estamos amando. Pero amor es lo que somos, amor es lo único real, permanente, verdadero, esencial; luego si no amamos, no nos estamos identificando con lo que verdaderamente somos.

Cuando pensamos que el amor termina, es que no sabemos qué es el amor. Si el amor es algo vulnerable, algo que puede ser atacado y destruido, sólo quien se identifique con eso, con lo vulnerable, con lo débil, con lo perecedero, podría darle algún "valor" (entre comillas, pues es una manera de "valorar" despreciando: lo que se desprecia no se puede valorar al mismo tiempo). Quien no sabe lo qué es el amor, no puede disfrutar de su naturaleza amorosa, que es su verdadera identidad.

Puesto que somos amor y sólo el amor es real, el mundo del ego, que es sólo temor, conflicto y engaño, es un mundo de locura. Es la única locura que existe, la locura del mundo del ego. La única que existe y la única que no existe, puesto que el ego es una falsedad: el ego rinde culto a la mentira, no puede rendirle culto a la verdad porque la verdad es la negación del ego, la evidencia de que no existe. De ahí la importancia de vivir en la verdad: verdad y falsedad no pueden coexistir. Si percibimos un mundo donde hay verdad y falsedad, nuestra mente, al igual que ese mundo, está dividida y en total confusión. La verdad o es total o no es verdad. Una mente dividida es una obstrucción al expandirse del Reino de Dios; es decir, una obstrucción a nuestra propia felicidad.

El rencor es una expresión propia del ego. Es una forma de victimismo. El ego se imagina víctima porque siempre busca razones en el exterior que le hagan sentir que existe. Esa es la locura del ego: al saberse que no existe, no puede afirmarse en sí mismo, se justifica en lo que no es él, en cuanto percibe como ajeno. Si nos identificamos con este ego rencoroso, percibimos a Dios como un ser de esa misma naturaleza. Este es el origen de ese dios estricto, castigador, justiciero, resentido, que vemos en la falsa religión. Por otra parte, estar presos del rencor, es la negación de que somos hijos del Amor y de que el Amor es nuestra verdadera naturaleza. Por lo tanto, es la expresión del desconocimiento de Dios, que es todo Amor y nos creó con Amor, por Amor, para el Amor y eternamente en el Amor.

Jesús María Bustelo Acevedo

Creatividad

El ego no puede destruir nuestra creatividad (ese bien que nos recuerda que Dios nos hizo a su imagen y semejanza), luego intenta identificarla con nuestro yo falso, con lo perecedero, con lo corporal. El daño que en el mundo del cuerpo podemos hacernos está en relación con esa falsa concepción de la creatividad. Porque la creatividad verdadera, la que nos define, es siempre benévola (la palabra "benévola" viene de "bien", del bien de la creatividad).

Jesús María Bustelo Acevedo

Percepciones

Nuestros pensamientos no afectan a la naturaleza de nuestro ser, pero determinan nuestras percepciones; unas percepciones que no nos informan de la verdad, y que el perdón deshace, pues no pueden coexistir con la eternidad del Amor que somos.

Jesús María Bustelo Acevedo

Desaprender

La única manera de aprender lo que somos es desaprendiendo lo que no somos. La única manera de que brille la luz de nuestras almas es deshaciendo las tinieblas que imaginamos que nos la ocultan. La única manera de sentirnos de regreso a la vida eterna es detener nuestro miedo egoísta a la muerte. La única manera de reencontrarnos con Dios es liberarnos de las falsa deidades, de los ídolos que hemos inventado para substituirlo.

Jesús María Bustelo Acevedo

Falsas deidades

Los ídolos, las falsas deidades, todo aquello que concebimos para sustituir a Dios, no pueden concedernos nada. Fueron inventados al negar la abundancia en la que Dios nos creó. Desechar a cuanto imaginemos que pueden concedernos es retornar a la cordura de esa abundancia, de la plenitud infinita en la que Dios nos crea eternamente compartiendo su Amor.

Jesús María Bustelo Acevedo

Dios lo es todo

Dios lo es todo y su presencia está en todo aquello que es verdad, en todo cuanto es expresión del Amor. Allí donde no percibimos a Dios, lo que está ante nosotros, aquello que refleja nuestro enfoque, es un ídolo, una falsa deidad, un elemento del mundo falso al que en nuestra locura atribuimos un valor superior a la Divinidad (esa Divinidad que contemplamos en nuestros semejantes cuando los reconocemos como tales). Es imposible tener más de lo que el Cielo nos da, ese Cielo que, tal como afirmó Jesús de Nazaret, se encuentra en nosotros mismos. Por lo tanto, los ídolos, las falsas deidades, empezando por la reina de ellas, la muerte, no tienen ni fin ni sentido para nosotros.

Jesús María Bustelo Acevedo

La falsedad del mundo

El falso mundo de dolor, de miedo y de culpa se deshace ante la plena conciencia de que somos Amor.

Jesús María Bustelo Acevedo


Somos Amor

No vemos al mundo tal como es, porque no nos vemos a nosotros tal como somos.

Jesús María Bustelo Acevedo

Santidad

No podemos comprender nuestra propia Santidad con la razón, porque esa razón no forma parte de ella. No podemos saber qué es o qué significa con todo cuanto no forma parte de la Divinidad, de la Creación. Pero podemos sentirla en nuestras almas, pues allí es donde se encuentra eternamente. De hecho, la verdad de lo que somos está en esa Santidad. Nosotros no la hemos inventado, pero sí hemos inventado el pecado que imaginamos mancillarla. Eso es una locura, nada puede mancillar la obra de Dios; si así fuera, aquello que lo pudiera tendría más poder que el propio Dios. Nosotros hemos inventado el pecado y nosotros debemos tomar conciencia de que es falso y no puede coexistir con la Verdad, con la Creación Divina, a la cual pertenecen nuestras almas.

Jesús María Bustelo Acevedo

Ser feliz es ser eterno

Envejecemos porque, en nuestra locura, concedemos al cuerpo esa verdad que le negamos a Dios; enfermamos porque concedemos al cuerpo ese poder que a Dios le hemos negado; sentimos dolor porque hemos negado ese mundo del amor para el cual Dios nos crea y buscamos ese amor en la carne, que no es más que una invención efímera y neutra. Nuestra eternidad está en devolver a Dios aquello que le pertenece. Esa es nuestra única y verdadera felicidad.

Jesús María Bustelo Acevedo

El cuerpo simboliza las limitaciones que imponemos a nuestra mente

Nuestro cuerpo es un medio de comunicación; lo usamos para ofrendar ese amor que somos a nuestros semejantes. Por lo tanto, nuestro cuerpo no alberga deseos, puesto que no es más que un conjunto de herramientas. Es un artilugio en nuestras manos que no hace ningún tipo de juicio sobre sí mismo, que no tiene ninguna idea en torno a su función: nosotros le damos su verdadero valor. Lógicamente, al identificarnos con él, le estamos privando al cuerpo de aquel que le da su verdadero valor. Es como si un mecánico de repente se vuelve loco y se imagina que es una caja de herramientas; evidentemente está privando a sus herramientas de cumplir su función: el valor de las herramientas está en el uso que de ellas haga el mecánico.

En definitiva, nuestro cuerpo no tiene deseos: castigar a nuestro cuerpo por ellos no es más que la expresión de la demencia. Nuestro cuerpo no tiene vida propia de por sí: es lo que nosotros decidamos que sea, dependiendo de que nos percibamos a nosotros mismos como entidades amorosas o meros sujetos sometidos al miedo. Cuando somos amor, le damos su verdadero valor al cuerpo, que cumple su función oferente (son dispositivos de un amor que permanentemente se renueva en su ofrenda); cuando el miedo nos toma, percibimos al cuerpo como una especie de escondite y en él erigimos nuestra falsa seguridad, con la conciencia de que no es permanente... Un alma eterna escondida en un cuerpo (en la locura de creer que esto es posible) es como una mente que se oculta en uno de sus pensamientos. Este extraño cóctel de alma eterna y carne caduca da origen a ese mundo de deseos, que, presos del engaño, percibimos como algo natural... Al negar los valores de nuestra alma y al imaginarlos en nuestro cuerpo fabricamos unas caricaturas efímeras de ellos. La necesidad de ofrendar amor se transforma entonces en expresiones más degradadas, como el deseo sexual (necesidad de robar placer de entidades percibidas como ajenas a nuestra naturaleza). Escondidos en el cuerpo, no sabemos lo que es el amor. Puesto que el amor es la libertad infinita de nuestro verdadero ser. Ese poder infinito de nuestras almas, del mismo modo, se convierte (en la locura de creer que esto es posible) en la idea de que podemos hacer daño a nuestros semejantes, y de ahí proviene esa absurda pseudo satisfacción del sujeto egótico tras causar un aparente perjuicio a sus hermanos. De esta forma, el cuerpo sólo simboliza las limitaciones que imponemos a nuestra mente y, dentro de esas limitaciones, el falso amor, la falsa libertad, el falso poder y la falsa bondad que rigen el mundo.

Jesús María Bustelo Acevedo

Puente de Amor

El Espíritu Santo tiende un puente de amor entre Dios y Sus criaturas para todos aquellos que buscan la verdad.

Jesús María Bustelo Acevedo

La Pureza

La pureza es pureza porque no puede corromperse ni deteriorarse, por lo tanto no es un elemento característico de un mundo de apariencias condenado a deshacerse en su propia falsedad. La pureza es un don del alma, por ello sólo en la eternidad es concebible. Una pureza en un mundo perecedero no sería pureza de verdad, pues nada es verdad en un mundo perecedero. La pureza o es pureza siempre o no es pureza. El poder de la pureza es infinito, y bajo su influencia se produce la curación. La conciencia de la pureza de Jesús hace sanar a todos los enfermos que con fe tocaban sus vestiduras. El halo de su pureza se extiende en torno a Jesús, y la pureza no concibe estar en contacto con nada que no sea la expresión de esa pureza. Por eso sanan aquellos que tienen fe y palpan los vestidos de Jesús. Y Jesús se maravilla de la fe de esas personas, demostrando su humanidad, y demostrando que esta humanidad no es incompatibible con su Divinidad. Jesús se maravilla de esa fe, pero no se maravilla de los milagros, porque los milagros son naturales (conformes con la Naturaleza, que es Espíritu); por eso la gente sencilla, en su fe sincera, recibe la curación gracias a la pureza de Jesús; las personas sin fe que tocaran las prendas de Jesús no perciben su pureza, así como su pureza no los percibe a ellos.

Jesús María Bustelo Acevedo

El cuerpo es un medio de comunicación

Cuando tomamos por real este mundo de apariencias, nos percibimos como cuerpos efímeros y vulnerables. En realidad, más que con el cuerpo, nos identificamos con esa invisible capa que lo delimita y que llamamos forma. Nos identificamos con las formas, por eso no tenemos conciencia real de la naturaleza y peculiaridades de nuestro cuerpo; lo maltratamos con malos hábitos y malas posturas. Aquel que se reconoce como espíritu, trata correctamente al cuerpo, manteniéndolo limpio y saludable y haciendo uso de todas sus herramientas de manera eficiente. El cuerpo es nuestra televisión privada particular, no necesita publicidad para mantenerse: basta con un buen corazón y grandes deseos de ofrendar a nuestros semejantes lo mejor de nosotros. Tenemos programas para toda la familia: comedias superdivertidas, películas de aventuras, documentales interesantísimos sobre lugares exóticos, el espacio para la lírica, la hora del bricolaje, programas infantiles, de cocina, arte, deporte, ópera, zarzuela, cursillos de baile flamenco, etc, etc, etc... Cuando el ego nos suplanta, se apaga esa tele y se termina el show de la vida... Cuando el ego nos suplanta, no estamos transmitiendo nada... La tele está apagada, pero toda la plantilla está en su puesto y lista para hacer su trabajo, sólo falta encender la vida y comenzar a emitir. Si nos sentamos y cruzamos de brazos para ver lo que otros transmiten, todas nuestras emisiones no les van a llegar a nuestros semejantes.

Jesús María Bustelo Acevedo

La Mirada de Cristo

En el perdón expresamos nuestra voluntad de reconocer la verdad y de vivir en ella, puesto que no hay más vida que aquella que se vive en la verdad. El perdón nos libera de todas las mentiras, de todo cuanto es irreal y está condenado a deshacerse en su falsedad. El perdón despierta la mirada de Cristo, nuestra verdadera visión, aquella que todo lo contempla con amor, y en ese amor sólo vemos la verdad. Con la santa visión de Cristo, que es la mirada del amor, contemplamos al mundo tal como verdaderamente es, tal como Dios lo creó, tal como Dios lo crea eternamente, en toda su belleza, en toda su inocencia, en toda su armonía... El Espíritu de la Vida es la Verdad del Amor, y eso es lo que vemos en nuestra visión santa.

Jesús María Bustelo Acevedo

La Unidad

El Mundo de Dios es sencillez, espontaneidad, alegría que no tiene otra razón que la propia y común alegría. Dios sólo conoce la unidad, porque Dios es Uno como Una es Su Creación. Armonía es sinónimo de Unidad, porque donde no hay Unidad no puede darse la Armonía. Pueden ser muchos los músicos, pueden ser muchos los instrumentos, las notas, los compases, los matices, pero eso es sólo la apariencia... La música es una y en su unidad está su belleza y su verdad. Esos cuerpos uniformados dispuestos para atacar son la caricatura grotesca que en el mundo falso se hace de esa unidad del Mundo de Dios. Tal falsa unidad, verdaderamente, no es más que una negación de la Unidad Divina, en la cual sólo se concibe el Amor. Donde hay Amor, nada que no lo sea puede hallarse y el ataque (consecuencia de la locura de la separación -dualidad-) es inconcebible.

Jesús María Bustelo Acevedo

La Nada

La vida no surge de la nada. Quien así piensa, no nos explica qué es la nada. Si la nada fuera algo explicable es que la nada sería algo, es decir, no sería nada; por lo tanto, decir que la nada es algo es algo que no nos dice nada. En otras palabras, incluso quien afirma, directamente o a través de algún circunloquio, que venimos de la nada, inconscientemente nos está afirmando también que venimos de algo. Si alguien elabora unos conocimientos en torno a la nada, y cree que la nada es nada, es que está loco; porque para que algo se conozca, para que podamos tener la comprensión de algo, ese algo, valga la redundancia, tiene que ser algo... Tiene que SER. (Ser nada es una expresión que no tiene ningún sentido, de ahí que hallamos inventado una doble negación como ésta: "no somos nada" -es decir, somos algo-). Concebir unas ideas en torno a la nada es tan absurdo como preguntarse permanentemente y de una forma verbal para qué sirve la voz. El propio uso de ella responde a esta pregunta. ¿Para qué sirve la nada?: Para nada. Lo que no sirve para nada no puede dar lugar a la vida, a menos que esta supuesta vida sea tan falsa como la nada que lo engendró... Nos parece que la vida surge de la nada porque nos negamos la verdad de que lo somos TODO, de que nada nos es ajeno. Serlo todo no es ser Dios, sino reconocernos que nada que sea verdad puede ser ajeno a Dios; de otra manera concebiríamos una falsa realidad ajena a Él: precisamente eso es lo que da origen al mundo de apariencias.

Jesús María Bustelo Acevedo